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SOBRE LOS “PORTADORES DE SUEÑOS”

El poema titulado “Los Portadores de Sueños” de la nicaragüense Gioconda Belli, nos habla del contraste que supone la dinámica de la sociedad actual y el sueño, además de los ideales como forma de vida.

La autora nos describe cómo, a lo largo de la historia, el hombre siempre ha vaticinado su propia destrucción y cómo, siempre también, la humanidad ha sobrevivido gracias al empeño y a la lucha de algunas personas por poner ese contrapunto de optimismo y ese trabajar unidos por lograr un mundo mejor.

Esas personas, aparentemente iguales a las demás, mezcladas entre las otras, han conservado en su corazón los sentimientos más puros y han defendido sus ideales hasta la muerte si ha sido preciso. Han transmitido el amor como un tesoro, de generación en generación, a pesar de las dificultades, que supone convivir con quienes tachan de absurdo, molesto e incluso peligroso esgrimir valores inmateriales por bandera, y transmiten el desánimo colectivo.

“Los portadores de sueños”, representan a las personas que conservan la idea de un mundo en el que reina la amistad, la empatía, la solidaridad, la sinceridad y la belleza, y luchan por estos valores, que se encuentran en el corazón de las personas que saben apreciarlos, y que son en definitiva los que hacen que merezca la pena vivir.

Desde tiempos prehistóricos se asocia a la mujer con el dar y mantener la vida, por ello para nuestros ancestros debe haber sido natural imaginar el universo como una madre bondadosa que todo lo da, y de cuyo vientre emerge toda la vida, de hecho, las imágenes de diosas protectoras aparecen desde el Neolítico. En las palabras de Gioconda Belli, podemos ver claramente su pensamiento respecto al papel fundamental que juega la mujer en cualquier aspecto de la vida: la mujer generadora de vida, la maternidad como el principio de todas las cosas, el amor maternal como principal transmisor de valores.

Por otra parte podemos apreciar la exaltación de la sexualidad como una parte innata y gratificante del ser humano, con el valor añadido de la posibilidad de engendrar seres humanos producto del amor, y transmisoras a su vez de ideales, que explica la necesidad humana de conexión en un sentido corporal. Así vemos descrito como el hombre y la mujer comparten sentimientos de amor, aceptación, conservación, ayuda, confianza, alegría y armonía, dirigida hacia una espiritualidad solidaria.

Vemos así mismo como se defiende la belleza del entorno, y la naturaleza como un bien que se debe preservar para disfrutar de ella.

El poema habla del compromiso social, de cómo un sentimiento colectivo funciona como aglutinante unificador y crea una identidad común que facilita el alcance de cualquier objetivo. También nos habla de la solidaridad, del compañerismo y de la unión entre las personas a través del desarrollo de sus potenciales, para lograr que permanezcan vivos los sentimientos, por encima de otras cuestiones, y de la cohesión colectiva para la defensa de los derechos de todos, y nos muestra que una concepción de la vida, encaminada a la felicidad de todos y cada uno de los miembros que la componen, es una alternativa posible.

Otra cuestión es la igualdad entre los sexos, ya que considera que hombres y mujeres deben luchar unidos por las mismas causas, colaborando de igual modo, y siendo auténticos compañeros.

Vemos además el “espíritu utópico” como el resultado de una construcción colectiva, y cómo ese deseo utópico puede influir en la realidad y empujarla hacia un estado ideal, un tipo de sociedad solidaria, una cultura centrada en la armonía, la cooperación, y la ayuda mutua.

Podemos encontrar también la “otra forma de vivir”, pesimista, conformista y “aborregada” por el poder, la información intoxicada y la sociedad de consumo. Ante esto, la autora nos hace sentir la vida de estas personas “puras” como una bocanada de aire fresco, como un ideal al que hay que aspirar. Vemos así dos realidades sociales distintas, que nos llevan a pensar en la forma en que se construye la identidad, en función del grupo a que se pertenezca.

En definitiva la autora nos alienta a adoptar una actitud positiva ante la vida, que emane desde el espíritu y las emociones, y a construir relaciones que posibiliten que “otro mundo” sea posible. Nos invita a pertenecer a ese colectivo de “elegidos”, a ese grupo de personas unidas por lazos invisibles, que saben conservar los valores fundamentales del ser humano y que son capaces de seguir firmes con sus ilusiones, luchando por la felicidad propia y la de sus semejantes.

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