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Joseluis11 02:41 4 jul 2012 (UTC)

La cultura popular y las celebraciones públicas: El Rocío []

ÍNDICE

1. Introducción

2. La Romería del Rocío

2.1. El Rocío, una romería Moderna
2.2 El Camino y la Aldea
2.3 Espacio y comunicación
2.4 La procesión
2.5 El Rocío en la actualidad
2.6 Los actores sociales
2.7 La difusión de la romería

3. Conclusión 4. Bibliografía y Webgrafía


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1. Introducción.

Mi tema elegido para realizar el trabajo correspondiente para la asignatura Antropología Social “La cultura popular y las celebraciones públicas. El Rocío; ya que es una fiesta que nace en la Edad Moderna y que a nivel andaluz incluso español, guarda el calificativo de una de las fiestas populares más importantes, de hecho, es la romería más multitudinaria de España. Así, y aprovechando los conocimientos que el tema cinco me ha brindado para un mejor análisis de una fiesta popular y viendo la importancia y cercanía de la misma, he decidido trabajar a cerca del mundo rociero.


La Romería del Rocío como se verá posteriormente, tiene su origen en la Edad Moderna, pero sus costumbres y tradiciones han permanecido hasta el último tercio del Siglo XX, cuando la romería ha ido adquiriendo una faceta más profana. Es por eso por lo que a continuación se hace un análisis general de los componentes de la fiesta, de sus costumbres y tradiciones, señalando las que son más bien recientes.


He de decir que me he ayudado en buena medida por un artículo del cual dejo constancia en la bibliografía y que he creído muy completo e interesante, además de bien estructurado: “La romería del Rocío en Andalucía, una fiesta de la posmodernidad”, de la revista digital “Gazeta de Antropología” de la Universidad de Granada. La autora es Rosa María Martínez Moreno, Licenciada en Antropología y becaria de Investigación en Patrimonio Etnológico de Sevilla.

Por último, quisiera añadir que en otra entrada que ya he compartido en esta web he hecho un comentario de un artículo que trata sobre el Rocío, como en tal entrada se explica, pero este trabajo que ahora os presento es un estudio mucho más amplio de la gran romería andaluza.


Concluiremos este trabajo con una conclusión personal y con la bibliografía y webgrafía correspondiente consultada.




2. La Romería del Rocío


2.1. El Rocío, una romería Moderna

El relato mítico (Infante Galán 1971) hace referencia a la primitiva existencia de dos ermitas que se localizarían en los dos ángulos del delta, una dedicada a nuestra Señora de las Rocinas y otra a una mártir cristiana del siglo IV, anteriores a la dominación árabe a partir del siglo VIII. Lo cierto es que estos territorios fueron utilizados para la caza por el rey de Sevilla, Almutámid, y también por el rey castellano Alfonso X tras su conquista en el siglo XIII, apareciendo en las Cantigas de Santa María la primera referencia escrita a la ermita de las Rocinas, ya existente o mandada construir por este rey, gran impulsor del culto mariano. Durante el siglo siguiente estas tierras fueron asaltadas frecuentemente por las tropas musulmanas, fracasando la colonización de Castilla, y se perdió el rastro de la ermita hasta la aparición de la imagen a un cazador a mediados del siglo XV, coincidiendo con la segunda colonización y definitivo asentamiento de los reinos cristianos en Andalucía. Siempre según el relato mítico, se trataba de la imagen gótica que habría sido escondida por los cristianos para evitar su profanación en el tronco de un acebuche, especie arborícola autóctona de la región.

En los Siglos XIV y XV el hambre la miseria y las continuas pestes hacían estragos en una población alimentada sólo de pan, cuando lo había. Sin embargo una desenfrenada ansia de vivir parecía sacudir a los supervivientes de esas pestes, ese hambre y esas guerras. Las fiestas populares, el arte y la cultura tenían que a acudir a la motivación religiosa para manifestarse.

Así, las manifestaciones religiosas van adquiriendo un sentido profundamente espectacular. Su carácter colectivo, la iglesia como escenario, la población entera adornada para asistir a los desfiles profesionales o las propias imágenes, hacen que ser cree un clima realmente pintoresco.

Durante el siglo XVI, se habría construido (o reconstruido) la ermita, siendo la imagen objeto de veneración por parte de los pueblos vecinos.

El inicio de la romería y el traslado de la procesión a la madrugada de Pentecostés (antiguamente se celebraba en la Natividad de la Virgen) se produce en el último cuarto del siglo XVII, así como el cambio de nombre (de Rocinas a Rocío), que no es debido a la evolución lingüística, sino al espíritu barroco y poético del Siglo de Oro español, ampliando el contenido semántico del antiguo término. La paloma, que simboliza al Espíritu Santo aparecido a los apóstoles en Pentecostés, es asimilada también poéticamente a la Virgen que será llamada Blanca Paloma y Reina de las Marismas.

A partir el siglo XVII, el culto se generaliza y amplía a los pueblos cercanos, organizado por las hermandades, asociaciones laicas subvencionadas por los notables del pueblo y apoyadas decididamente por la Iglesia a partir de Trento. La hermandad es un modelo de asociacionismo fuertemente asentado en la comunidad andaluza. Promovidas por la Iglesia católica a raíz de la contrarreforma, son en su origen organizaciones de seglares con el objetivo de fomentar el culto a determinadas advocaciones de Cristo, la Virgen o los santos. Por tanto, están acogidas a la reglamentación del derecho canónico y bajo la autoridad de la jerarquía eclesiástica correspondiente, y cuentan con sus propias reglas o estatutos, que definen sus fines explícitos y organización formal. Sin embargo, Moreno Navarro (1985) señala la importancia del rol integrador desempeñado por estas asociaciones, que ya desde su origen afirmaban la pertenencia a un gremio, localidad o comarca, marcando una identificación extrarreligiosa que supera ampliamente los objetivos regulados. Esta sería una de las razones que explicarían su vigencia actual. La adscripción a esta forma de asociacionismo es voluntaria y a veces trasmitida por herencia. Los cargos honoríficos conllevan una mayor responsabilidad económica por parte de quienes los ostentan y son nombrados, bien por elección, bien por solicitud expresa de los miembros con capacidad económica para sufragar los gastos de culto. Además del presidente o hermano mayor, muchas cuentan con un importante cargo renovable anualmente, el mayordomo, cuya responsabilidad es puntual: hacerse cargo de los gastos de la procesión o romería por un año.

Cabe decir que la ermita del Rocío está en un lugar aparentemente apartado de los caminos pero que supone un punto central alrededor del cual existen importantes pueblos andaluces en los que viven hace siglos miles de trabajadores sin tierras tradicionalmente dependientes de los grandes señores. Pueblos como son Villamanrique, Pilas, Moguer o Sanlucar de Barrameda, con una profunda tradición aristocrática. Las Hermandades en estos pueblos citados existen ya en el Siglo XVII.

Primitiva ermita del Rocío

Primitiva Ermita del Rocío. Siglo XVIII

La hermandad “matriz” o fundadora es la del pueblo de Almonte (Huelva), en cuyo término municipal se ubica la ermita. Las demás hermandades del Rocío son llamadas “filiales” y se focalizan en los pueblos situados en el triángulo del delta, cuatro durante el siglo XVIII y hasta ocho en el siglo XIX. A principios del XIX, se crea la primera hermandad de Sevilla (más de 100 km de distancia), produciéndose el mayor crecimiento en el siglo XX, hasta un número de 95 hoy. El marco de la comunidad autónoma andaluza se desborda en la actualidad: Madrid, las islas Canarias y Cataluña cuentan con sus propias hermandades.




2.2. El Camino y la Aldea

La Romería del Rocío es sin duda la más importante de Andalucía. La romería hoy día aún guarda la mayoría de las costumbres y tradiciones que en su origen se forjaron, por lo que muchos dicen que supone una vuelta atrás en el tiempo, una reafirmación en valores que eran vigentes en una época preindustrial. Como ocurriese en sus comienzos en la Edad Moderna, a la romería se va a caballo, en carreta. Es necesario para quienes participan a fondo en la romería el poder abandonar sus negocios y sus ocupaciones durante aproximadamente una semana. Hay que tener algún servidor para conducir los bueyes o el tractor, para arreglar los alimentos, la comida, en los momentos en que se acampa.

Hermdad Rocio de Huelva 2010 (11)

Mulas de la Hermandad de Huelva

Una romería supone, sobre todo en el trayecto (la ida y la vuelta) una ocasión de reafirmación en valores agrarios fundamentalmente ganaderos. En esto quizás se podía profundizar bastante de lo que ha significado históricamente también en Andalucía los ganaderos en relación con los agricultores. La romería es fundamentalmente una reafirmación en los valores de tipo aristocratizante de los grandes ganaderos; por lo que a la misma asistirían en un principio nobles dueños de tierras y ganadería o bien burgueses adinerados.

Hay dos maneras de participar en el Rocío, que se corresponden con los dos órdenes del vivir: sedentariedad y nomadismo. En el primer caso, sólo al alcance de las clases altas, la estancia en la aldea puede reducirse al tiempo de la procesión o anticiparse en unos días, ocupando las casas propias o alquiladas, lo cual requiere una cuidadosa infraestructura. Dado que éstas permanecen deshabitadas la mayor parte del año, es preciso acondicionarlas previamente y transportar las grandes cantidades de comida y bebida que se consumirán y compartirán con visitantes y amigos, pues la hospitalidad es sagrada en los contextos festivos en toda Andalucía. Las gentes más humildes se instalan en tiendas de campaña o en un espacio más amplio, cubriéndolo con grandes lonas e incluso al aire libre, pues la benignidad del clima lo permite.

La segunda modalidad de participación es el camino, es decir, realizando la romería desde el pueblo de origen hasta la aldea a través del campo, como se canta en unas populares sevillanas:

Enséñame el camino, Mare,
para ir a verte
que quiero entrar en el cielo
pa conocerte
y aquel sendero
señálalo con flores, Mare,
y con romero.

El camino es organizado por la hermandad con varios meses de antelación. Importante señalar que las primeras hermandades son fundadas por personas de alto nivel económico, muchos de ellos aristócratas. Las caravanas están formadas por carros de gran tamaño (las carretas), entoldados con una forma característica de alto semicírculo, tirados por bueyes sobre cuyas cabezas se colocan altos capirotes bordados de gran similitud con las imágenes asirias y egipcias. Las carretas van adornadas de guirnaldas de flores artificiales o naturales. Al frente de cada hermandad va una pequeña carreta de metal o madera pintada, que alberga el Simpecado, estandarte representativo de terciopelo, brocado o crestería barroca metálica, con la imagen de la Virgen bordada o pintada en el frente y el nombre de la hermandad en la parte posterior. Los caballistas, hombres y mujeres solos o en parejas, escoltan el Simpecado, los hombres vestidos con el traje campero (chaquetilla corta, pantalón ceñido de cintura alta, también llamado traje corto, faja de paño y zahones de cuero, botas de piel de becerro, sombrero de ala ancha y plana o gorrilla) y las mujeres, si cabalgan solas, de amazona, con falda acampanada en lugar de pantalón; y si van acompañando a un ginete a lomos de su caballo o bien andando, visten el traje rociero, compuesto por falda y blusa de vivos colores, mantoncillos bordados, y cubiertos los cabellos por pañuelos o adornados con flores campestres, calzando botas al igual que los hombres.

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Como en los tiempos feudales el caballero en la romería destaca por su situación de privilegio, su poder económico, político o social. Si entonces había contribuido a la formación y mantenimiento de la nobleza territorial, y el caballo se había convertido en símbolo de riqueza, es decir, de poder; ese poder sigue siendo evidente hay en día. Frente a los de a pie se yergue activo el jinete, el que no pisa la tierra, el que no traga el polvo. Y ese poderío se extiende al terreno erótico, convirtiéndose el caballo en mítico símbolo fálico. Las bonitas mozas se disponen a todo para, orgullosas, pasearse con su jinete.

La riqueza o pobreza de una hermandad se observa en todos sus signos externos, que se convierten en indicadores del prestigio y antigüedad de la misma: El Simpecado ricamente bordado en metales nobles; la carreta que lo cobija como un altar rodante puede ser de simple madera pintada o de plata maciza; los bueyes que la arrastran pueden ir adornados con altos capirotes recamados y faldellines de terciopelo. El número de caballistas y su vestimenta: el traje corto, ya descrito, para los hombres y el de flamenca y amazona para las mujeres. El hecho de contar con un gran número de peregrinos a pie aumenta el prestigio de una hermandad.

La duración del camino depende de la distancia desde el punto de origen hasta la aldea, pudiendo oscilar entre uno y seis días y otros tantos de vuelta. Las hermandades más antiguas son acompañadas por sus filiales, a las que han presentado u ofrecido apoyo logístico, que se trasladan para comenzar su camino desde el mismo punto. Siguen a las carretas otros vehículos como pequeños coches tirados por mulas, así como un grupo de peregrinos a pie, algunos aportando pequeñas mochilas con algunas pertenencias, mientras que los víveres y enseres son transportados en un doble fondo de las carretas. La parte superior de las carretas da cobijo a aquellos que deseen descansar del agotador peregrinaje a través de los caminos silvestres de arena y polvo. La romería como la conocemos hoy día, además de lo anterior suele llevar carriolas, unas especies de caravanas que se incorporan a la romería ya a finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI, con apariencia exterior de simple carreta pero que interiormente están totalmente equipadas como si tal fuese (cuarto de baño, dormitorios, cocina, armarios, electrodomésticos etc.), tractores que arrastran grandes remolques, todoterrenos y vehículos de campo.

La salida desde cada pueblo se realiza en medio de un despliegue espectacular de cohetes, canciones y el mayor lujo en los atavíos de personas, animales y medios de transporte. Las caravanas avanzan en fila, desplegándose los caballos por el campo. Se realizan al menos dos paradas diarias: una para la comida de mediodía que recibe el nombre de sesteo y otra al atardecer para reponer fuerzas y pernoctar, de ahí a que su nombre sea pernocta. Las carretas y/o las carriolas son colocadas entonces en círculo o semicírculo, formándose grupos alrededor de la carreta del Simpecado, la cual se coloca en el centro. Alrededor de las fogatas se comparte la comida que cada uno aporta, así como las bebidas en abundancia. Se consume el vino blanco de la zona (fino o manzanilla) cerveza y otras bebidas en menor medida. Actualmente la luz que se utiliza en la romería es artificial. La energía necesaria para las lámparas o los focos que alumbran la zona, así como para las carriolas y sus correspondientes aparatos electrónicos, la crea un generador. Cada carriola suele tener uno que funciona con gasolina.

Alrededor de la candela, no cesaban el cante y el baile, acompañados de guitarras y del tamboril y la flauta. Hoy día las fogatas ya no se permiten ya que fueron prohibidas por la Junta de Andalucía. Cada hermandad cuenta con uno o varios tamborileros que acompañan al Simpecado. Los sones tradicionales son “el alba”, “el Rocío” y “el romerito”, cada uno tiene un toque diferente dependiendo del tamborilero, aunque la base melódica siempre es la misma. No son cantados, y se le incorporaron a partir del siglo XIX otros cantes provenientes de las distintas provincias andaluzas, como las sevillanas, los fandangos y las seguidillas. Poco a poco la gente se retira a descansar en la carreta, tienda de campaña o al aire libre. No todos los romeros pertenecen a una hermandad o cuentan con medios de transporte propios. Es posible agregarse a ella contando con organización propia, o como peregrino caminante, pagando una compensación económica. Otras personas se unen a los grupos de por libre, esto es, sin previo acuerdo, en cuyo caso las vicisitudes del camino estarán en relación directa con la capacidad que se posea para entablar comunicación, lo cual no es muy difícil, puesto que el ambiente es de general cordialidad.

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Una Hermandad reza el Rosario al Simpecado "una noche en el Camino"

Como ha ocurrido desde su origen hasta nuestros días, el camino propicia los intercambios amorosos formales e informales, debido a las múltiples ocasiones que se ofrecen para escapar del posible control ejercido por los padres o el cónyuge.

En efecto, tanto cuando se va caminando como en las acampadas no es difícil entablar conversación o alejarse del grupo; por otra parte, como ya mencionamos anteriormente, los caballistas gozan de gran movilidad y es costumbre que inviten a las mujeres a dar algún paseo por el campo; una vez fuera del control de las miradas, el intercambio amoroso se posibilita, reintegrándose después la eventual pareja al grupo sin que los demás atribuyan forzosamente a la escapada un carácter sexual. Ya sea a caballo, en carreta o andando, el camino propicia las oportunidades de intimar y flirtear: de hecho, el baile por sevillanas es una danza de cortejo, en la cual la mujer evoluciona alrededor del hombre con movimientos llenos de gracia y sensualidad. Éste desempeña un papel más pasivo, acompañándola en sus giros, siempre mirándola, rodeándola con sus brazos y sin tocarla hasta el final del baile en que posa su mano en la cintura de la mujer. Se produce en la pareja que baila un entendimiento erótico y lúdico que los espectadores apreciarán con naturalidad, sin que se infiera de ello la continuación o el avance de la relación tan esporádicamente establecida. De hecho, si los danzantes no se conocen previamente, es normal separarse al terminar el baile sin cruzar otras palabras que no sean de elemental cortesía.

El origen de la Aldea también tiene lugar dentro de la Edad Moderna, concretamente a finales de ésta. Un martes 22 de Octubre de 1630 la Condesa de Niebla, que venía de San Juan del Puerto, pasó por Almonte y "continuó su viaje hasta Nuestra Señora de la Rocina, llevada de su devoción y para tomar un refresco...", antes de proseguir su camino hasta el Bosque y Casa de Doña Ana (Carríazo, 1999: 69). Nada indica, en la narración minuciosa del escribano, que en las inmediaciones de la ermita de la Virgen hubiera un mínimo núcleo residencial o un grupo reseñable de construcciones. Todo apunta, más bien, a que el primer intento premeditado de establecer en el Rocío un núcleo de colonos, en la que habría de llamarse Nueva Población, sucedió en el siglo XVIII. Este intento "ilustrado" del Duque de Medina Sidonia de intervención agraria en aquellos parajes encontró, como si se tratara de un conflicto entre pioneros del Oeste americano, la oposición de los ganaderos locales y el proyecto se frustró. No había sido la primera ni sería la última disputa territorial que se produciría en El Rocío -espacio "fronterizo"- entre el Ducado y las comunidades y concejos locales, como el de Almonte, con el que mantuvo además un pleito secular (Ojeda 1987; Comelles, 1991). Así que la nueva ermita, construida tras el terremoto de Lisboa de 1755, permanecería por mucho tiempo más en una soledad casi absoluta, sólo escoltada por contadas chozas de pastores y ganaderos.

En el Diccionario Geográfico de Tomás López (1785) (Ruiz González, 1999: 47) este sitio sigue llamándose La Rocina y nada indica que hubiera establecimientos reseñables, aparte del santuario. La estimación de concurrentes a la Romería, reflejada en ese Diccionario (no tenemos constancia de ninguna anterior), es, en cambio, muy llamativa: los cifra en ocho mil "poco más o menos". Las primeras referencias explícitas al embrión de lo que habría de ser mucho más tarde la "Aldea" sólo aparecen bien avanzado el siglo XIX. Ese núcleo primitivo no sería otro que El Real, llano aledaño a la ermita con funciones festivo-religiosas y también comerciales, desde que fuera instaurada por el Duque de Medina Sidonia la Feria del Rocío en 1747, durante los días de la Romería.

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La Hermandad de Chucena cruza el puente del río Ajolí, el cual separa el camino de la Aldea almonteña, siendo la puerta de ésta. Por eso se le conoce a este puente como el de las "puertas del cielo"

Las Hermandades llegaban a la Aldea el sábado, pero debido a que ahora el número de hermandades supera el centenar, se dosifica esta llegada entre el viernes y el sábado, penetrando en ella por un riguroso orden que ya anteriormente la Hermandad Matriz le ha asignado. Posteriormente las Hermandades se presentan a la Virgen en la ermita, esta vez por orden de antigüedad. Después se dirigen hacia su casa, donde se instala la carreta del Simpecado en lugar preferente y exterior, diseminándose los peregrinos o romeros que no cuenten con alojamiento en la misma. Durante los días anteriores, otros grupos que no han realizado el camino, van asentándose en las casas previamente acondicionadas, o bien montan sus campamentos al aire libre, protegiéndose con grandes toldos y una sumaria organización provisional. El resto del año la aldea permanece prácticamente despoblada, excepto en las fechas en que se celebran otros actos conmemorativos relacionados con la Virgen.

En la actualidad también existen las carpas portátiles que son montadas por trabajadores del ayuntamiento de Almonte, el cual, para la estancia en la aldea el fin de semana, cobra un alquiler a la Hermandad que las solicite, cuyo precio puede rondar los 6.000 euros. En la carpa se introducen en su mayoría carriolas, las cuales seguirán siendo el hogar de los peregrinos durante su estancia. Así estas carriolas se encuentran con sombra, resguardadas de la intemperie.

La aldea del Rocío habían sido, un conjunto de chozas con paredes de calicanto y techumbre de brezo agrupadas alrededor de la ermita y formando algunas calles. Delante de la ermita y la plaza se extiende la marisma, un amplio espacio anegado de agua que es llamado la Madre, donde pastan algunos caballos salvajes junto con otros del pueblo.

Las anteriormente escasas construcciones de ladrillo comenzaron a proliferar a partir de las décadas de los 70 y 80, hasta formar hoy en día la práctica totalidad del conjunto. El estilo arquitectónico remite a la funcionalidad de su uso y es fruto de una sabia adaptación bioclimática. Construidas tradicionalmente sobre la arena, están formadas por un porche exterior, generalmente techado y separado de la arena mediante un murete, un salón interior de donde parten los dormitorios o alcobas, y un patio interior, con pozo, para alojamiento de los animales de carga y actualmente reconvertido en garaje al aire libre o espacio de sociabilidad más restringida.



2.3. Espacio y comunicación

La sociabilidad en el Rocío está explícitamente marcada por la separación entre los espacios rural y urbano. El marco rural, abierto, en el que en estos días se desenvuelven necesariamente las relaciones sociales propiciaría la comunicación, con la consiguiente difuminación de las categorías sociales en contraste con el espacio urbano, cerrado, donde se desarrollan más estrechamente controladas por las normas sociales.

En el Rocío actual se reproduce esta estructura singular del don: si no se dispone de infraestructura propia, difícilmente se puede corresponder en condiciones de igualdad. La traslación del espacio privado, doméstico, al espacio público de la fiesta enmarca las condiciones de diferenciación social, regulando la reciprocidad. El espacio propiamente público serían las calles de la aldea, al igual que en la feria. En resumen, en ambas celebraciones se da una urbanización del espacio rural, debido a la traslación simbólica de la casa. El carácter abierto atribuido a la comunicación en el ámbito rural habría que buscarlo en las relaciones que se establecen en el espacio mucho menos restringido del camino, campo a través, hasta llegar a la aldea.

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Reunión de amigos en una casa de la Aldea del Rocío

En cuanto a los niveles de privacidad en el interior de la vivienda, vienen marcados por la distribución de las funciones que cumple cada una de las piezas de la casa. El porche, el salón y el patio interior establecen tres niveles de intimidad/intimidación para los visitantes: En el porche se recibe y agasaja a las visitas de menos confianza, aquellos que deben permanecer poco tiempo; el salón constituye el espacio compartido del baile y la comida formal, si se tercia, reservándose el patio interior como una zona de descanso para los miembros de la casa, espacio de confidencias y cantes en grupo mucho más reducido. Este esquema de habitabilidad no es fijo sino que experimenta una cierta permeabilidad, dependiendo de factores internos (composición del grupo: familiar o de amigos; tipo de relación de los visitantes con los miembros de la casa) y externos (disposición y tamaño de las piezas, factores meteorológicos, ubicación de la casa). El dormitorio es la única pieza reservada en exclusiva a los miembros de la casa y no suele accederse a él sino mediante permiso explícito de sus ocupantes. Propiamente hablando, la privacidad es casi inexistente en los espacios domésticos, puesto que los dormitorios son asimismo compartidos, a veces siguiendo la costumbre de separación de sexos. No obstante, esta norma, que en principio parecería velar por la integridad moral del grupo, da lugar a no pocas transgresiones: puesto que las parejas ocupan dormitorios separados y se efectúan numerosas salidas al exterior, puesto que el consumo alcohólico es más que elevado, los intercambios sexuales pueden hacerse sin gran escándalo, fuera del territorio compartido, en el amplio y poco iluminado espacio campestre que rodea la aldea.



2.4. La procesión

Cada año, durante la noche del domingo al lunes de Pentecostés, personas venidas de toda Andalucía, se reúnen en el Rocío para acompañar a la Blanca Paloma en su salida ritual por las calles de la aldea. Actualmente se concentran aproximadamente un millón de personas donde también participan personas del resto del país y no pocos extranjeros

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La Virgen del Rocío postrando en su paso en el altar de la ermita

En el interior de la ermita, la imagen de la Virgen, rodeada de flores y cirios, permanece separada de los fieles por una alta verja de hierro bien cerrada. Se ha celebrado una misa y el sacerdote continúa desgranando un rosario mientras la multitud se abarrota hasta el último resquicio del templo.

Los hombres almonteños, jóvenes en su mayoría, rodean la verja, aferrándose a los barrotes con nerviosismo. Visten camisas pardas, por lo cual son reconocidos entre el gentío, que les deja abrirse paso entre codazos y empujones. Hacia las dos de la madrugada (a veces antes o después), la tensión crece casi hasta masticarse en el aire. El zumbido se hace más y más intenso. De pronto, se produce una oleada de agitación en la multitud inmóvil y agobiada: un muchacho intenta trepar por la verja. Sus compañeros le retienen, aún no es el momento. El segundo, el tercero o el cuarto lo conseguirá, seguido por sus compañeros. Una vez dentro del espacio tabú, se produce el asalto ritual. En unos segundos, flores, candelabros y todo lo que es susceptible de sufrir algún daño vuela por los aires, incluido el sacerdote que llega sin problema a la sacristía, situada en la parte posterior. Mientras tanto, los almonteños han conseguido abrir la verja y han penetrado en el espacio sagrado de la Virgen. Corren hacia la imagen fuertemente apuntalada en su paso.

Se produce una lucha. Los almonteños se disputan entre sí el honor de llevar a la Virgen. Aquellos que no han podido situarse dentro del paso agarran con fuerza los varales. El paso se inclina hacia un lado u otro, gira sobre sí mismo, cruza la verja y vuelve a entrar, sale de nuevo y vaga arbitrariamente por el interior la ermita, provocando con sus arremetidas sustos y desmayos. Finalmente, traspasa la portada del templo. Ha permanecido dentro casi una hora. La multitud que esperaba el momento crucial parece contagiada del mismo nerviosismo, pues las puertas de la ermita, principal y laterales, han permanecido abiertas todo el tiempo.

Avanzando y retrocediendo, escorada sobre sí misma, la imagen se desplaza con rumbo incierto por la plaza. La lucha por coger o sólo tocar el paso se amplía. Hombres, mujeres y niños, almonteños o no, intentaran la proeza a lo largo de toda la procesión que discurrirá por las calles adyacentes hasta bien entrado el mediodía. Este esfuerzo por tocar a la Blanca Paloma crea una inmensa presión hacia los portadores del paso que a veces hace que el templete que porta a la Virgen llegue a tocar tierra. Redoblan las campanas al alba, anunciando el comienzo de la procesión. Se oyen cohetes y el son insistente de los tamboriles, que ha servido para despertar cada día a los romeros y ponerlos en el camino, pero que esta madrugada despertará a muy pocos.

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La Virgen del Rocío "navegando" entre miles de personas

Mientras el sol se levanta lentamente, avanza la procesión de manera aparentemente errática, pero en realidad siguiendo un itinerario muy marcado: recorre las casas de las hermandades una por una. En los pórticos engalanados con flores, los miembros de cada hermandad esperan solemnemente, rodeando su Simpecado. A no ser que en los días previos no haya ocurrido ningún enfrentamiento con la hermandad matriz, la imagen pasará de frente o incluso hará una pequeña parada y se le recitará una salve rociera, acompañada por vivas a la Virgen del Rocío, a la Blanca Paloma y a la Reina de las Marismas. En el caso de que los almonteños se sientan molestos por algún agravio, pasará rápidamente y de espaldas, desairando a los que esperan. Si esto ocurre, al año siguiente un fuerte contingente de mozos del pueblo ofendido luchará hasta conseguir volver de frente a la Virgen. Después, las aguas volverán a su cauce y la procesión continuará su recorrido. No hay sangre ni heridos. Se trata simplemente de un forcejeo cuerpo a cuerpo en el que se legitima, por un lado, el derecho de propiedad simbólica sobre la imagen que detentan los vecinos de Almonte, y por otro la virilidad de los ofendidos, suponiendo de hecho la confrontación un reforzamiento de los valores masculinos: hombría y honor.

La diferenciación de los roles atribuidos a los dos géneros, con clara primacía de la dominancia masculina, es característica de un sistema de valores fuertemente patriarcal (el machismo), muy presente aún en amplios sectores de la sociedad andaluza. La exaltación de la virilidad supone una legitimación de la violencia simbólica ejercida por los hombres sobre las mujeres, que en el marco de la sociedad tradicional permanecían sujetas a la autoridad del padre, para pasar más tarde a la del marido. En Andalucía, como en otras comunidades del ámbito mediterráneo, el derecho de propiedad simbólica del padre sobre la hija es transferido al novio tras el casamiento y el previo acuerdo y pago de la dote estipulada. Entre las clases populares, los novios no siempre podían reunir las condiciones económicas y sociales exigidas para el casamiento, que se efectuaba por la vía rápida, según la costumbre conocida como el rapto de la novia: los novios pasaban una noche fuera del domicilio familiar, con lo cual la unión matrimonial se consumaba de hecho ante los ojos del pueblo, procediéndose de inmediato a la reparación de la honra perdida.

El rapto de la Virgen presenta bastantes connotaciones con el rapto de la novia: es un asunto a dirimir entre hombres, en el que la participación de las mujeres es pasiva. El derecho de propiedad sobre la imagen femenina se afirma simbólicamente, mediante una acción subversiva, una transgresión que remite finalmente al orden: Una vez que los asaltantes traspasen la barrera de lo sagrado --la morada de la Virgen-- y se apoderen mediante la violencia ritual de la Doncella, su derecho habrá quedado claramente establecido ante los demás pretendientes. Este derecho se defenderá públicamente durante la procesión y se validará simbólicamente cada año. Efectuada la demostración, la sagrada imagen será reintegrada al recinto sagrado.

El rol de las mujeres durante todo este ritual es de orden pasivo, sentimental y ornamental. Hasta hace pocos años, los cargos de honor de las hermandades estaban reservados a los hombres y en la actualidad sólo una pequeña minoría son ostentados por mujeres. Éstas no participan ni remotamente en la lucha por cargar el paso, limitándose a tocar las andas tras no poco riesgo. Sin embargo, los niveles de identificación con la virgen-madre para las mujeres alcanzan una fuerte intensidad emocional. No es de extrañar esta identificación en las sociedades mediterráneas, pues el sistema de separación de roles por géneros está fuertemente estructurado, concentrándose en la imagen materna los valores afectivos. Estando reservado a los hombres el poder de la toma de decisiones, la figura materna supone el refugio afectivo de los hijos en general, añadiéndose en el caso de las hijas un componente de solidaridad derivado de su exclusión del poder. A este respecto, Moreno Navarro (1993, 138-139) considera el antropocentrismo, o acentuada tendencia a la personalización humanizadora de todas las relaciones sociales como característica estructural básica en Andalucía, que informa tanto la representación de las instituciones como el sistema de creencias. Esta tendencia a ponerlo todo a escala humana informa también la relación con los seres sagrados, que en Andalucía se personifica en las imágenes religiosas.



2.5. El Rocío en la actualidad

El Rocío se ha convertido en la mayor romería de Europa. El aumento espectacular de participantes (en la actualidad supera el millón de personas) es un fenómeno registrado a lo largo del siglo XX, y su progresión no parece guardar una estrecha relación con los acontecimientos políticos registrados en España durante este siglo: guerras dinásticas, restauración borbónica, república, guerra civil, dictadura y gobierno democrático socialista. Es precisamente en el período de transición y posterior consolidación del Estado de las autonomías, forma que adquiere el nuevo gobierno democrático en el país (1976-1990), cuando se produce la explosión de este fenómeno.

Es también durante este período cuando se concretan una serie de cambios sociales, religiosos y económicos en la sociedad española que ya estaban latentes en el período anterior a la transición y que afectan a toda manifestación colectiva. El carácter fundamentalmente religioso y rural de la antigua romería va haciéndose cada vez más difuso, debido a la invasión masiva que protagoniza un sector de la población urbana, mayoritariamente agnóstico y perteneciente a los estratos sociales intermedios. Se trata de grupos que acuden atraídos por la difusión propiciada por los medios de comunicación, desconocedores de los aspectos rituales de la celebración y cuyo objetivo principal no es ya rendir culto a la Virgen del Rocío sino desconectar por unos días del ajetreo de la ciudad y sumergirse en una fiesta que, de alguna manera, está ya organizada. Ello va unido al aumento general del nivel de vida, al desarrollo de los medios de transporte y, por qué no, a un cierto sentimiento de revanchismo que se apodera de la clase media emergente tras la situación política anterior tan restrictiva con las libertades ciudadanas. Esta nueva situación conlleva asimismo la difuminación de la polarización social que podemos considerar un elemento estructural de la sociedad andaluza (Palenzuela y Cruces 1995: 121).

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Los medios de comunicación siempre han guardado un papel esencial en la difusión de la Romería. En un principio con la prensa, y en la actualidad con, además de la prensa, la televisión, internet, etc.

El aumento del poder económico de estas capas intermedias les permite afrontar los gastos de infraestructura necesarios para participar en la romería o permanecer en la aldea. Por otra parte, debido al aumento espectacular de la demanda de alquileres, el precio del suelo se desborda, constituyendo un pingüe negocio para el ayuntamiento de Almonte, lo que da lugar a una especulación desmedida: Se construye sin orden ni concierto, alterando la configuración original de la aldea y los anteriores cánones estéticos. El crecimiento de la aldea recuerda al de los antiguos poblados del Far West, convertidos de la noche a la mañana en primitivas ciudades. También los alquileres se elevan desmesuradamente, produciéndose de hecho una mimetización del comportamiento de los sectores económicos dominantes.

El aumento del número de romeros y de hermandades acarrea consecuencias perjudiciales para el equilibrio ecológico de la zona: los vehículos de motor contaminan y ahuyentan la fauna autóctona del parque natural de Doñana; en cuanto a los restantes caminos, atraviesan campos de labor que antiguamente no estaban cultivados, generando en los últimos años violentos choques entre los romeros y los agricultores afectados, que vallan sus propiedades con el objeto de impedir el paso de las caravanas. El problema continúa aumentando, y es raro el año en que no tienen que intervenir las fuerzas de orden público para apaciguar los ánimos.

La creciente masificación ha alterado no sólo la distribución del espacio, sino la del tiempo: algunos actos del ritual religioso se han alargado considerablemente, como la presentación de las hermandades, mientras que otros han desaparecido.




2.6. Los actores sociales

Cuando un antropólogo se encuentra con una experiencia multitudinaria caliente, como es la romería del Rocío, no puede por menos que felicitarse al tener ante sí un campo de estudio tan rico en contenidos como en matices. Esta complejidad supone al mismo tiempo una tremenda dificultad, si se pretende realizar un análisis global sin caer en el reduccionismo. En principio, el fenómeno social que nos ocupa presenta múltiples contradicciones que no son más que el reflejo de la heterogeneidad de la realidad actual (Maffesoli 1985).

Desde un primer enfoque estrictamente etnológico, el Rocío contiene todas las características atribuibles al hecho folclórico. No porque sea antiguo (hay tradiciones más antiguas que no provienen estrictamente del pueblo) ni porque sea popular (hay un folclore aristocrático que frecuentemente coincide con el popular y busca en el baño de multitudes su legitimación), sino porque es transmitido por la costumbre más que por la norma y la ley. Es la costumbre y no la convocatoria lo que reúne a un gran número de personas en la celebración y el gozo compartido. ¿Quiere esto decir que la comunidad se desmarca siquiera provisionalmente del control que sobre ella ejercen las instancias oficiales? Es preciso cuestionar el papel que juegan las mismas en cuanto a la organización de los festejos populares (Veyne 1976). Siguiendo a Veyne, el Estado afirmaría en ellos su presencia por medio de tres principios fundamentales:

Ø Principio de la redistribución, devolviendo al pueblo de alguna manera lo que le pertenece. Pero el concepto de redistribución, si bien puede ser aplicado con cierta propiedad al análisis de sociedades preindustriales, es cada vez más difícil de aplicar en nuestros días. Ni siquiera los estados basados en la utopía comunista han sido capaces de realizar una distribución igualitaria.

Ø Principio del poder, regulando la satisfacción popular a momentos precisos y evitando por este medio el potencial subversivo que encierra toda manifestación de gozo colectivo.

Ø Principio de autoridad, legitimación del poder: el derecho a ser obedecido implica una superioridad y ésta debe mostrarse, al menos simbólicamente. El tercer objetivo de los gastos suntuarios sería la prueba simbólica de que los gobernantes están al servicio de los gobernados.

Consideramos que el Estado y la Iglesia tienen un rol muy importante en orden a la financiación y organización de la romería: Es el ayuntamiento de Almonte quien regula el espacio de la fiesta; es el Gobierno andaluz quien proporciona vigilancia y servicios y es en fin la hermandad matriz, verdadera representación de los notables, quien organiza los ritos oficiales que jalonan y marcan el tiempo de la fiesta. Por otra parte, a pesar de toda la carga de espontaneidad popular que encierra el sentimiento religioso así expresado, nadie osaría afirmar la ausencia de la Iglesia como institución: cediendo inteligentemente su protagonismo al pueblo, las autoridades religiosas participan, sancionan y gozan de una más que nominal representación en dichos actos.

Cuestión de dinero y cuestión de agentes, en el fondo todo se concentra en una misma cuestión: quién detenta el poder. Pues, por una parte, nos encontramos con una tradición perfectamente asumida por las instituciones oficiales y regulada en sus aspectos formales, mientras (y al mismo tiempo) parece imponerse el protagonismo popular en los aspectos más lúdicos de la fiesta, que adquieren una importancia mayor cuantitativamente hablando. Es una fiesta de comunicación e intercambio de dones afectivos y materiales.

El don en el Rocío se establece por medio de una clara relación agonística, ya reseñada por Mauss en su Ensayo sobre el don, constituyendo de hecho una consagración de las diferencias sociales, cuya dolorosa asimilación encontramos reflejada en numerosas letras de sevillanas, por vía de la negación:

Caireles de plata fina
señoritos de postín,
hazte cuenta que al Rocío
no se va pa’ presumir.
Sin caridad y sin amor
medallas y devociones
son cosas que nada valen.
No olvides que pa’ la Virgen
son tos los hijos iguales.

Esa insistencia en negar lo evidente está presente en el discurso de los actores sociales, tanto por parte de los dominantes como de los dominados:

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Pintura que representa un instante del camino. Unos a pie, otros a caballo

Aquí todos somos iguales. Yo, si tengo cuatro cuartos, y aunque no los tenga, me los gasto en el Rocío y aquí el que venga siempre tendrá una copa de vino y para comer, lo que haya. Se echa más agua al puchero, y andando (Antonio G., jornalero en paro).

Se niega simbólicamente el conflicto por medio de la afirmación de una solidaridad difusa:

“Aquí cuando uno estápasao y tiene ganas de cachondeo, pues puede molestar y entonces se arma la bronca. Pero en general se sabe beber y si alguno se pasa, pues siempre hay algún compadre para separarlos: ¡venga, hombre, que aquí no ha pasaona! Viva la Blanca Paloma que aquí hemos venío a pasarlo bien y a divertirse. Total que al final nos tomamos unas copitas y tan amigos” (Pablo M., funcionario).

“Los señoritos... esos son otra cosa. Esos vienen aquí a follar y a divertirse. Vienen p'a presumir. Ahora que yo, si él tiene un caballo, yo con mi burrito. Pero yo vengo todos los años a ver a la Virgen y aquí no falta de na, aunque el resto del año comamos arvejones. ¡Digo! Menudas juergas que se organizan. Y no contratamos cantaores ni comemos langostinos ; un buen puchero p'ato el que llegue y mucho vino. El vino que no falte y aquí cantamos y bailamos tos” (Antonio G., Ibid.)

“Hombre, si vienes al Rocío, no vas a ir como un desgraciao. Mantener una casa es caro, pero uno se sacrifica. Y se reciben muchas satisfacciones. Aquí se convida a cualquiera, no sólo a las amistades. Hombre, también depende de con quién se venga: hay muchos que se lo hacen de cara , pero en cualquier caso, su copita en la mano siempre está llena. Y a los forasteros con más motivo. Esos extranjeros que vienen hechos polvo y despistaos, pues aquí encuentran, por lo menos, de comer y de beber. Así es que se van encantados. Es que el Rocío es una cosa muy grande. Aquí no hay ricos ni pobres; el que tiene más, pues da más y el menos, menos. ¿Tú has visto que aquí se le niegue la entrada a alguien?” (Manuel T., empresario agrícola).

La negación de las diferencias sociales en el presente contexto asume sus matices: orgullosa independencia en los dominados y generosa condescendencia en los dominantes. Sólo a partir de estar cada uno en su sitio se puede producir el contacto y el encuentro. En realidad, se legitiman las relaciones desiguales.

Sin embargo no pensamos que el análisis de toda festividad laico-religiosa haya de reducirse a su consideración como simple instrumento de manipulación simbólica o de manifestación de poder simbólico, tal y como señala Bourdieu (1971) en su análisis sobre el campo religioso , siendo preciso añadir otros parámetros, como los orígenes de los grupos que participan y su composición social ,así como los roles que desempeñan en la fiesta (Augé 1982).



2.7 La difusión de la Romería

La extraordinaria difusión que experimenta esta romería de origen Moderno ya en el siglo XX se puede explicar desde tres puntos de vista diferentes:


  1. El sostenido por la Iglesia y los sectores laicos más conservadores, que asimila el fenómeno de expansión a un incremento de la devoción popular como reacción colectiva a la angustia e inseguridad provocadas por la vida artificial que la sociedad moderna impone al hombre, dentro de lo que denomina religiosidad popular, es decir, el conjunto de modalidades de culto que escapa a la regulación de la Iglesia y que son fruto de la necesidad de lo sagrado, que permanecería irreductible en el ser humano. Este marco permite a la Iglesia una cierta aproximación al hecho social, suponiendo a la vez un intento de apropiación y regulación de los aspectos transgresores de la fiesta: “Es una cuestión genuina de rasgos propios, es una vivencia teológica que se distingue del estatismo de otras devociones igualmente populares... lo hacen a su modo (explica monseñor Infante Florido), es verdad. Para comprenderlo tenemos que trascender el paisaje, el tamboril y la flauta, las promesas, la canción y la medalla colgada al pecho. No puede pedirse al alma popular que haga silogismos; siente, crea, canta una doctrina y la dice con el aire, el estilo y la voz de su tierra”.
  2. El sostenido por los sectores laicos más progresistas, que ven en la romería la reivindicación por parte del pueblo de sus símbolos culturales como manifestación orgullosa y singular de una identidad largamente menospreciada o ignorada, una metaidentidad que trascendería los ámbitos locales. “Todo apunta, claramente, a la conversión del fenómeno sociocultural del Rocío desde ser un símbolo de identificación comarcal, o en todo caso, pluricomarcal... a constituirse en símbolo de identificación global de Andalucía, en uno de los que podríamos denominar símbolos de identidad andaluza: de aquí la extensión de la devoción rociera y de las hermandades filiales del Rocío a zonas del territorio andaluz donde nunca antes se habían dado, y de aquí también su fuerte expansión en los más importantes lugares de emigración andaluza” (Moreno Navarro 1985, 116-117).
  3. A continuación mostraremos una explicación donde la causa primera señalada es el Estado y la propia Iglesia. Así, ofrecemos un argumento que quizás pueda tener una base más científica históricamente hablando. Se trata de la explicación que brinda Francisco Ruiz Vergara en su documental a cerca del Rocío. En el film se aporta una visión histórica y antropológica de la Romería andaluza. Quisiera añadir además que este documental realizado en 1970 representó en su momento a España en el Festival de Venecia recibiendo un premio en el Festival Internacional de Cine de Sevilla.
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Francisco Ruiz Vergara, director del polémico documental realizado en 1970 y no presentado hasta el 1975 por censura

En tal cinta se afirma lo siguiente:

La ermita del Rocío está en un lugar aparentemente apartado de los caminos pero que supone un punto central alrededor del cual existen importantes pueblos andaluces en los que viven hace siglos miles de trabajadores sin tierras tradicionalmente dependientes de los grandes señores. Pueblos como son Villamanrique, Pilas, Moguer o Sanlúcar de Barrameda. Pueblos con una profunda tradición aristocrática cuyas Hermandades existen ya en el Siglo XVII.

La creación de muchas de estas hermandades ha coincidido, y no casualmente, con hechos tanto nacionales como internacionales, que ponían en cuestión la estructura social y los valores de una sociedad fundamentalmente agraria y aristocratizante.

Frente a las agitaciones sociales en toda Europa, no sólo se crean hermandades. La iglesia católica, apostólica y romana, asustada, crea nuevas fórmulas. La virgen maría, en persona, se aparece a tres pastorcitos en Fátima con mensajes que previenen al mundo del peligro comunista y la Virgen del Rocío es coronada canónicamente sin duda con objeto, se afirma en el documental, de reavivar el casi perdido fervor popular.

El 14 de Abril de 1971 se proclamó la II República española. Después de la derrota monárquica en las elecciones municipales. La República se encontró con una España poblada por 24 millones de habitantes, con un 50% de analfabetos, con 2 millones de campesinos sin tierras, con jornales diarios para los obreros que oscilaban entre una y tres pesetas, cuando el kilo de pan costaba una peseta. Es en esas circunstancias que se fundan 9 hermandades del Rocío. Jerez de la Frontera es un ejemplo característico. El 27 de abril de 1932, en señal de protesta por los desacatos a la virgen del Rocío cometidos por la republica, se fundó en este lugar la hermandad del rocío. Esta hermandad, como afirmó en su Manuel Caballero, el que fuese secretario de la hermandad de Jerez:

Siempre han ido las personas pudientes desde que se fundó. Los señores que la fundaron son personas con un bienestar econonómico bastante elevado. Así se organizaba un rocío a la medida de estos señores que iban ya que el pueblo no podía ir. No es que haya habido distinción de clases, es que sólo podían ir los pudientes.”

Durante los primeros años de la República, como era lógico, la Romería del Rocío no era noticia en la prensa. Empieza a serlo de forma exagerada en mayo de 1936, después de que el Frente Popular ganara las elecciones en febrero, lo que puede dar a pensar cómo el gobierno de entonces aprovechó la más mínima oportunidad para manifestarse y para publicitar hechos y cosas que directa o indirectamente les interesaba.

Pero ningún hecho social puede analizarse aislado de su contexto. La pluralidad de contenidos y significaciones es una característica de la sociedad actual, más que nunca. Ello viene dado por el espectacular aumento de la circulación de ideas, bienes y personas derivado de la acción de los medios de comunicación. El contexto al que nos referimos supera el ámbito regional y nacional. Los movimientos de efervescencia se están produciendo no solamente en el continente europeo, sino en esa gran aldea global en que se ha convertido el mundo habitado.



3. Conclusión

Querríamos señalar en primer lugar mi gran satisfacción personal por haber podido hacer un trabajo en el que he podido tratar uno de los temas que considero una de mis pasiones. No ha sido nuestra realizar un análisis exhaustivo del caso que presentamos, más bien hemos preferido realizar una descripción general de este fenómeno, intentando en medio de ésta, resaltar los aspectos presentes desde el Mundo Moderno así como el papel que juega política y socialmente la fiesta. Los diferentes puntos de vista tienden a presentar el Rocío como una fiesta de manifestación de identidad: religiosa, local, étnica, de clase. Sin embargo creemos que, si bien estas interpretaciones han sido válidas en un amplio pasado que puede remontarse desde sus orígenes, la evolución del fenómeno en los últimos quince años no nos permite continuar aplicándolas con propiedad en el presente.

El desbordamiento de la romería del Rocío es un fenómeno complejo que se está enmarcando dentro de los movimientos sociales característicos del Mundo Contemporáneo más reciente, en una sociedad fuertemente contrastiva como es la andaluza, donde represión y transgresión, pobreza y prodigalidad, tragedia y estallido lúdico, individualismo y solidaridad caracterizan toda una cosmovisión de la vida.




4. Bibliografía y webgrafía


- http://hermandadmatrizrocio.org/

- http://www.hermandadrociosevilla.com/EL%20ROCIO/PAGINAS%20OK/Evolucion.htm

- Ruiz Vergara, Fernando: Rocío. [Vídeo]. 1980

- Martínez Moreno, Rosa María: La Romería del Rocío, una fiesta de la postmodernidad [en línea]. Gazeta de Antropología. Nº 13. Artículo 05. 1997. http://www.ugr.es/~pwlac/G13_05RosaMaria_Martinez_Moreno.html

- Gran Enciclopedia Audiovisual de El Rocío: 8. La Romería del Rocío. Volumen 8. Ed. El Correo de Andalucía.

- Murphy, Michael D. y González Faraco, J. Carlos (Coords.): El Rocío. Análisis culturales e históricos. Ed. Diputación Provincial de Huelva. Huelva. 2002.

- Cantero, Pedro A.: Tras el Rocío. Estudio bibliográfico de Michael Dean Murphy y Juan Carlos González Faraco. Cuadernos de Almonte. Número extraordinario. Ed. Ilmo. Ayto. de Almonte. Centro de Estudios Rocieros. Almonte. 2002.


Joseluis11 02:41 4 jul 2012 (UTC)

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